El secreto así como el misterio, siempre ha vendido mucho, tanto entre partidarios como entre adversarios, pero en el caso de la Masonería, ni los partidarios que explotan el morbo del misterio, ni los adversarios que reducen la tradicional hermandad a un foro secreto perpetuamente conspirativo, hacen justicia a la institución que ha acompañado a la sociedad occidental a la racionalidad, a un concepto equitativo de justicia y a un firme compromiso con la libertad. Ciertamente otros han acompañado en este camino, pero a las sociedades masónicas les corresponde el honor de haber roto la primera lanza.
De todos los oceános, el más grande es el que separa España de sus antiguos territorios de Ultramar. Uno a uno, fueron reclamando la mayoria de edad, y uno a uno la metropóli carpetovetónica se la fue negando, pero la mayoria de edad llega indefectiblemente y aquellos hijos se independizaron de su madre, a pesar de no gozar de su bendición.
La Francmasoneria tuvo una especial relevancia en la construcción de aquellas jovenes repúblicas escindidas de un imperio que cada vez era menos viable, precisamente por querer perpetuar viejas estructuras superadas por el momento histórico, como por ejemplo la Inquisición.
La interpretación de la desfoliación de la España imperial desde la visión del “lobby” carpetovetónico, es radical y en absoluto auticrítica, las potencias extranjeras, la masoneria y los traidores se asociaron en un contubernio conspirativo cuyo objetivo era acabar con la España eterna, auténtico baluarte de los valores cristianos...
Estas apreciaciones reforzadas en los famosos cuarenta años de dictadura franquista, han permanecido hasta la fecha en las definiciones de nuestro lenguaje oficial, y podría muy bien ser, que nuestros academicos al consultar con sus homónimos de Hispanoamérica, sobre su apreciación del término, hayan sentido el rubor de la chanza y chirigota general por mantener su definición del término anclada en errores de epócas tan obscuras como indeseables.
Josep Llacuna
La Francmasoneria tuvo una especial relevancia en la construcción de aquellas jovenes repúblicas escindidas de un imperio que cada vez era menos viable, precisamente por querer perpetuar viejas estructuras superadas por el momento histórico, como por ejemplo la Inquisición.
La interpretación de la desfoliación de la España imperial desde la visión del “lobby” carpetovetónico, es radical y en absoluto auticrítica, las potencias extranjeras, la masoneria y los traidores se asociaron en un contubernio conspirativo cuyo objetivo era acabar con la España eterna, auténtico baluarte de los valores cristianos...
Estas apreciaciones reforzadas en los famosos cuarenta años de dictadura franquista, han permanecido hasta la fecha en las definiciones de nuestro lenguaje oficial, y podría muy bien ser, que nuestros academicos al consultar con sus homónimos de Hispanoamérica, sobre su apreciación del término, hayan sentido el rubor de la chanza y chirigota general por mantener su definición del término anclada en errores de epócas tan obscuras como indeseables.
Josep Llacuna