viernes, 15 de mayo de 2009

Las conspiraciones no están ocultas

Es evidente que mucha gente cree que la teoría de la conspiración sigue existiendo y que está oculta. Como bien dice el artículo se le aplica a la Trilateral, al Club de Bilderberg, a los judíos o a los masones.
La realidad es otra bien distinta precisamente los que han hecho caer la economía a nivel mundial no pertenecen a ninguno de esos colectivos, ni tan siquiera se ocultan, se reúnen alrededor de la Escuela de Chicago dirigida por Milton Friedman, que desde la década de los setenta llevan entrometiéndose en las políticas de los diversos países empleando constantemente la violencia, el terrorismo contra el individuo y la sociedad. Nadie dice nada y nadie enjuicia a los responsables. Tan solo una voz discrepante Naomí Klein y su libro “La Doctrina del Shock”.
La Escuela de Chicago, han hecho quebrar las economías de varios países, ha derrocado a Jefes de Estado como a Allende en Chile o lo último, han intervenido en la guerra de Irak con la sola intención de implantar su concepción de capitalismo, enriquecerse rápidamente a costa de desmontar un país y quedarse con sus recursos. Son los que conciben la privatización de todo y crean ejércitos paralelos como los Blackwater, que salieron a la luz pública por el escándalo de la cárcel de Abu Ghraib y la muerte de 17 civiles. Ellos si operan desde la oscuridad.
El periodista de investigación Jeremy Scahill habla así en su nuevo libro, “Blackwater: el ascenso del ejército de mercenarios más poderoso del mundo” (Blackwater: The Rise of the World’s Most Powerful Mercenary Army): “Blackwater es la guardia pretoriana de la ‘guerra global contra el terrorismo’, con su propia base militar, una flota de veinte aviones y 20.000 contratistas privados listos para actuar. Controlado por un conservador cristiano multimillonario que financia al presidente Bush y sus aliados, sus fuerzas son capaces de derrocar gobiernos”. Desde Irak a Nueva Orleáns, Blackwater ha seguido obteniendo contratos gubernamentales multimillonarios, en su mayor parte sin asunción de responsabilidades y en casi absoluto secreto.
Durante más de treinta años, Friedman y sus discípulos llevan sacando partido a las crisis, tanto a las que ocurren por medios naturales o las que provocan ellos mismos. Se la han sacado al 11-S de New York, con el pánico y con la reconstrucción, pero también a otro 11 de Septiembre de 1973 cuando derrocaron a Allende, financiando el Sindicato de Transportes e imponiendo a sus chicos para levantar el país. Permanecieron hasta que llegó la democracia y los pudieron echar.
A partir de 11-S Bush se apoyó en la Escuela de Chicago para desarrollar una industria dedicada a obtener rápidamente beneficios y al final terminó acuñando la realidad del “capitalismo del desastre”.
Naomi Klein se hace varias preguntas, la primeras sobre el desastre del Katrina en Misissipi, donde rápidamente intervinieron los criterios de la Escuela de Chicago, ¿Poqué debe ser UNICEF la encargada de reconstruir las escuelas cuando puede hacerlo Betchel, una de las empresas constructoras más grandes de EE.UU? ¿Porqué recolocar a la gente sin hogar del Misissipi en apartamentos vacíos subvencionados por el Estado cuando los pueden alojar en los cruceros de la líneas Carnival? ¿Para qué enviar tropas de pacificación de la ONU a Darfur cuando empresas privadas como Blackwater andan a la caza y capturas de nuevos clientes?. Queda en evidencia que en cualquiera de los casos donde el gobierno o los estamentos paragubernamentales podían intervenir fueron sustituídos por una empresa privada que se benefició con el desastre y la desgracia de la población.
Podría seguir con muchísimo ejemplos más, lo cierto es que no hay que buscar conspiraciones provenientes de las alianzas bien sean judeo-masónicas u otras, lo tenemos en casa y no está oculto lo hacen con desfachatez a plena luz del día apoyándose a veces en una población que se esconde en su propio miedo, se apoya en la fe y no utiliza la razón.